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TU VOZ DE TODOS LOS SENTIDOS

Por Javier Moreno Pampliega.

Alicante, julio de 2004

 

Si pudiera atrapar en un instante

esa voz que despierta en mis oídos

la alegría dormida en otro tiempo

y que ahora resurge desbordante…

Ya en mi pecho albergar quisiera,

vibración de todos los sentidos,

ese palpitar azul del mediodía

de dolor e ilusión entretejido…

Me trae tu voz visión iluminada

de los huertos flanqueados de baladres,

de los surcos abiertos de la tierra,

de senderos soleados en la tarde.

Tu voz me da el olor de los naranjos,

transportado por brisa matutina,

que mi cuerpo halaga en su frescura

tras la cálida noche del estío.

Es caricia tu voz que con su tacto

todos los poros de mi piel ensancha

y recoge cual paño apiadado

los fragmentos quebrados de mi alma.

Al través de tus labios pronunciada,

tu voz sugiere el beso apasionado

con el gusto de frutos de tu tierra,. .. el sabor por mí más deseado.

EL CICLO DE LA VIDA Nº 617

Por Rafaela Lax Ortuño

Y al final, el pecíolo soltó / aquella hoja inanimada / un lecho, húmedo mullido, / le acogió de mala gana.

Seca, rota y amarilla, / una ráfaga de viento, / la levantó de su cama / y corrió por los senderos, / entre troncos y lentiscos, / entre cardos y romeros, / entre tomillos y riscos…

Agotada, dolorida, / quedó tendida en la orilla / del riachuelo de la fuente…

… y veía pasar la gente, / ajenas a sus lamentos…

MANUEL MOLINA, poeta oriolano y ateneísta.


Por Mª Jesús Marí Molina.

Manuel Molina nació, al igual que Miguel Hernández, en la capital de la Vega Baja, lo que le permitió conocerle y admirarle.

Manolo, como le solían llamar amigos y conocidos, fue un cronista de su entorno social.

Era una persona atrayente, con un carisma agradable y sencillo, y esta forma de ser fue la que le acompañó durante toda su vida, tanto de trabajo como de escritor, sin un atisbo de vanidad.

Ha pasado mucho tiempo desde que nos entusiasmaba y distraía con sus historias en tertulias familiares. De ahí que sintamos su ausencia por todo aquello que no pudimos escuchar, y al mismo tiempo, pienso que –tal vez porque era mi tío- no le concedí la suficiente atención para aprender de su inestimable creación poética y humana tanto como él se merecía.

Poeta de nacimiento y comunicador nato, supo ver siendo muy joven el inmenso potencial que escondía aquel joven Miguel Hernández del que siempre fue seguidor.

Manolo nos ha dejado esa poesía crítica que situaba al hombre en el contexto de los problemas de su tiempo, y que representa una toma de posición respecto a los mismos, esa poesía que ahora me parece importante y que nos impulsó a todos los que lo conocimos y queríamos, a admirarlo sin condiciones.

Algo pasó, más arriba. / Mientras la lluvia caía, / el torrente se hizo río / y el río, arrastró dormida, / por encharcados senderos, / aquella hoja, ya herida, / por la carrera emprendida, / de los caminos del tiempo.

Más dolor, más amargura. / Y se fue hundiendo en el cieno, / Convirtiéndose en basura. / El ciclo, se completó. / Amor, supuso el sembrar, / aquel árbol, fuerte, hermoso. / Gloria, el nacer y brotar… / Fue creciendo, presumió

de belleza y libertad.

El otoño, fue fatal… / Luego: caída, soledad, / la muerte, resurrección, / al nutrir, con sus despojos, / la nueva generación.

Vienen las lluvias, / ya es primavera.

La vida empieza a brotar / en el bosque y la pradera… / El ciclo, vuelve a empezar / y lucen más las estrellas…

MI POETA FAVORITO

Por María José Ortiz Crespo.

Mi experiencia como lectora con la poesía y los poetas del Ateneo, además de ser gratificante y poder conocer la obra de algunos poetas ateneistas, no tan conocidos como debieran serlo, también me dio la oportunidad de darlos a conocer como miembro activo delGrupo Sociedad y Cultura del Ateneo.

El poeta que más he recitado ha sido JOSÉ MARIA CARRO. Recuerdo que vino al Ateneo a recoger un premio. Después leímos algunos de sus poemas. Entre los que yo leí, hay uno que siempre que hay un recital y el tema me lo permite, lo incluyo, y del que voy a transcribir unas líneas del mismo:

ESTA LLORANDO EL ROCÍO

¡Esta llorando el rocío …

en la amapola bermeja¡

Las sombras están creciendo

la negra noche se acerca.

Y aquí te sigo esperando …

¡Ven antes de que amanezca!

cansado estoy de ir errante

sin saber, cuando el fin llega

ya me canso de buscar …

dejaste la puerta abierta

¿por qué no vuelves, amor?

¡Pesada y dura es la espera!

Llora conmigo el silencio

Y, en el valle, la fría niebla.

Porque es mi llanto el rocío …

que llora en las primaveras

José María Carro es alicantino de nacimiento y socio del Ateneo. Aunque tiene su residencia en Valladolid, nunca olvidó a su querido Alicante y tiene muchos poemas dedicados a la ciudad donde nació. Tal vez por ello le admiro y respeto más.

* * *

ME PREGUNTO, MIGUEL

Por Leonor Rico.

Tus heridas palabras, tu tristeza,

muestran el sentimiento, la esperanza

de tu alma que nunca se rendía.

En tus hondos lamentos hay belleza

y  disueltos fragmentos de nobleza

de un corazón resuelto en rebeldía.

Me pregunto, Miguel, si no estás harto

de que tanto engreído sin provecho

te lleve de izquierdo y del derecho

por encumbrarse y verse en lo más alto.

Sin amor, sin respeto ni decoro

dicen tus buenos versos, los que adoro,

los que nacieron de tu desconsuelo.

Sí, tú Miguel, debes estar cansado

de verte tan traído y tan llevado

por esas “plañideras” sin pañuelo.

Por eso me fastidia, me molesta

y algún verso también se me indigesta

en boca de esa gente que me hastía.

Y me voy con tus versos a otra parte

para quedarme a solas con el arte

que destilan tu voz y tu poesía.

* * *

EL SIGLO XXI

Por María González. 25-5-2005

En el siglo que empezamos,

los hombres son violentos,

agreden a sus parejas,

causándoles la muerte,

está el mundo desierto de amor,

las calles están llenas de desidia,

en el siglo que empezamos,

nos hemos olvidado de las manos amigas,

nos mueve el interés, el afán de poder

y no nos importa aniquilar al vecino,

en vez de estrechar sus manos,

recogiendo gratitud.

Que haría yo para cambiar el mundo,

para que los niños rían,

que no sean victimas de la violencia,

de manos enemigas.

Pondría música en las calles,

para que se oyera el silencio de la vida,

la polución y el humo,

las sirenas embravecidas,

quitaría el ruido del aire,

pondría violines tocando,

mientras nuestras manos se estrecharan

en son de paz,

pondría el silencio para que habláramos,

donde regaláramos amor.

En el siglo que empezamos,

me siento entristecida,

de ver al mundo,

como va al desastre del poder,

una lágrima cae por mis mejillas,

y resbala en mi alma,

que la tengo dolorida,

de ver al mundo perdido y mis manos están vacías.

n2 Poesía