Al otro lado de la esfera, de Consuelo Jiménez de Cisneros. Edelvives, 2006. Col. Alandar.
Se trata de una novela histórica editada en una colección dirigida a los jóvenes, pero que puede ser leída por personas de cualquier edad. A través de una trama ficticia, presenta los viajes de Colón, con especial detenimiento en el primero, por lo que supuso de “descubrimiento” al poner en contacto dos continentes con culturas tan distintas, remarcando sus mutuas aportaciones.
El protagonista, un chico llamado Pedro, hijo de un hidalgo castellano, es un niño que pierde a su padre al comenzar la novela y que es recogido por su pariente, el guardián del monasterio de la Rábida, Fray Juan Pérez de Marchena. El niño crece y se hace adulto mientras acompaña a Colón en sus cuatro viajes, primero como grumete y al final, como su hombre de confianza. En esos viajes y en los intermedios entre ellos, Pedro continúa su formación (acude, por ejemplo, a la Universidad de Salamanca), hace amigos -Arnaldo, Rodrigo…-, se enamora, lucha por su patrimonio, etc.
Pedro y sus amigos son personajes “positivos” desde el punto de vista moral y contrastan con uno extraordinariamente negativo: Circunciso, el hermano mayor de Arnaldo. Es el tipo acabado del hipócrita, tipo que en la literatura se ha descrito muchas veces -el Tartufo de Molière sería el ejemplo más ilustre-. Circunciso manipula la religión para su propio beneficio y para perjuicio de aquellos a los que odia por celos o por codicia. La autora le propina una “sanción” por medio de un personaje casi mágico, la suegra india de Arnaldo, medio bruja, que lo destruye con un hechizo. Seguramente esta destrucción puede tener un valor simbólico, no tanto de acabar con el personaje en sí como con lo que representa.
En cuanto a los personajes históricos, es evidente que la autora simpatiza con Colón, al que presenta no obstante sin omitir actuaciones dudosas o erróneas.
Además de intercalar datos históricos, la novela ofrece episodios de aventuras imaginarias que enriquecen y amenizan el desarrollo de la trama. La más destacable puede ser la contenida en el capítulo titulado “La cueva del cocodrilo”, donde un hombre herido y un viejo reptil viven una complicada y misteriosa historia.
En la colonización y descubrimiento de las tierras americanas, se deja entrever cómo se mezclan la codicia, la vanidad y el ansia de poder y riqueza con el idealismo, la curiosidad del navegante y el interés por difundir valores culturales y religiosos. En ese sentido, el libro resulta bastante equilibrado y realista, oponiéndose tanto a la “leyenda negra” como a una idealización o mitificación de los hechos. He aquí la síntesis positiva de la colonización española, en la que destaca el valor moral del esfuerzo: “…se abría un nuevo siglo durante el cual los españoles descubrirían y colonizarían, con enorme tesón y sacrificio, vastos territorios desconocidos y hostiles que poblaron de ciudades, caminos, catedrales y universidades”.
Uno de los mensajes más interesantes de la novela es el de la universalidad de la condición humana, oponiéndose así a prejuicios, marginaciones y rechazos; eso es lo que descubre Pedro a lo largo de sus viajes: “los seres humanos son muy parecidos en cualquier latitud: los hay honestos y traidores, capaces y estúpidos, altivos y modestos. Da igual el color de su piel o el sonido de su lengua”.
Para la autora, llegar “al otro lado de la esfera” define, por una parte, la aventura colombina; pero además tiene una referencia simbólica a ese viaje iniciático que todos deberíamos hacer: esforzándonos por llegar “al otro lado de la esfera”, que es donde se supone que se cumplirán nuestros sueños, proyectos e ilusiones, a los que en ningún caso debemos renunciar.