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Ponencia presentada en Alicante por José Manuel Botella, Presidente del Ateneo Mercantil de Valencia. Presidente de la Asociación de Ateneos de España.

Agradezco la oportunidad que se me brinda de escribir sobre el papel actual de los ateneos. Por lo visto, existen ciertas instituciones que necesitan explicar su razón de ser, porque aparentemente -se han quedado congeladas en el tiempo, por más que su actividad diaria sea muy poco conocida- justifique su existencia ante la sociedad.

Nos enfrentamos a un problema de marketing, no a un anacronismo institucional. Pero es un tema demasiado importante como para despacharlo contratando un gabinete de imagen o de prensa en cada ateneo, a pesar de que, en efecto, cada uno lo requeriría para encaramarse con firmeza al siglo XXI.

Para saber el significado etimológico de los ateneos, así como su historia y sus orígenes habría que citar a Grecia, Roma, Constantinopla, Paris, Caligula, Adriano, Teodorico, Alfonso X el Sabio, Salustiano Olozaga o Mesonero Romanos, nombres todos ellos, junto a muchos más, vinculados a la historia ateneística.

El estribillo de mi ponencia va a ser siempre el mismo: los ateneos pueden y deben subsistir como estandartes de la sociedad civil, ajenos a los intereses políticos. Deben autofinanciarse y, en todo caso, recibir las atenciones institucionales que se merecen: o sea, recibir contraprestaciones administrativas en concepto de gestión cultural. Es decir, defendamos nuestra independencia. Va siendo hora de que despertemos, porque somos muchos, más de los que algunos creen. Y sólo el valor de nuestros inmuebles, estratégicamente situados en cada capital de provincia, debería causar respeto a los escépticos y a los que todo lo hacen si tienen dinero público, sea bien o mal usado.

Pero no caeré en la tentación de pronunciar una oda a nuestro patrimonio. No presumiré de lo que tenemos, que es mucho, sino de lo que vamos a hacer y compartimos con la sociedad. Tampoco voy a referirme a nuestras actividades recreativas y/o sociales. Me consta que juegos y diversiones no son precisamente la nota distintiva en los ateneos españoles desde que en 1820 se fundará el de Madrid.

Me encuentro iniciando mi tercer mandato como presidente del Ateneo Mercantil de Valencia y mi sorpresa es que cada día, ante los medios de comunicación y en todo tipo de foros, me veo obligado a explicar el porqué de nuestra existencia. Y si las palabras pueden tanto o mas que ninguna otra fuerza de la naturaleza, quiero hoy resaltar el proceso regenerativo de los ateneos, en general, y desechar la incomprensión de muchos otros de quienes son ignorantes de la labor que hacemos ante la sociedad.

Cultura y comunicación van unidas de la mano. No me cansaré de repetirlo: los ateneos deben gestionar y promocionar la cultura con ayuda de instituciones públicas y privadas. Y es por ese camino por donde debemos avanzar, con la colaboración mutua. He consultado con muchos libros donde se recoge la historia de los ateneos a finales del siglo XIX en toda Europa. Hubo un proceso de expansión como nunca se ha conocido: los ateneos pujaban por comprar edificios propios y participar en la vida social de las más variopintas maneras. De hecho, en 1828, el Ateneo de Londres llegó a tener un periódico propio (The Athenaeum).

 parte de los premiados en la VI Gala de la Cultura, entre los que se encuentra José Manuel Botella, quien recibió el premio en los 125 años del Ateneo de Valencia

Nosotros, seguramente para dormir más tranquilos, renunciamos a meternos en el negocio de la prensa, pero como es lógico, queremos y necesitamos servirnos de él. Emprender una nueva ruta en la historia ateneística es necesaria aprovechando las ventajas de la comunicación, además de la gestión cultural, para que ambas no sean ni elitistas ni sectarias, sino al alcance de todos quienes sientan inquietud por la cultura.

Adentrarse en la definición de cultura es poco menos que una odisea. José Ortega y Gasset dijo que es un sistema de ideas vivas que cada tiempo posee y, en consecuencia, desde las cuales el tiempo vive. Pero es cultivo y cuidado. Es un caudal común que se recibe, incrementa y se traspasa. ¿Pero quien la traspasa, cómo lo hace y quién lo recibe?

Tampoco hay que olvidar que una herencia tan importante puede transmitirse por muchos cauces y no siempre son los adecuados. Porque depende actualmente mucho de la política a través de los sistemas educativos implantados a través de los centros de enseñanza y de la universidad.

Creo que es un error común creer que el sistema educativo por sí solo, las ocasionales visitas a un museo o exposiciones, cubren el expediente de una cultura viva que crece y necesita comunicarse a cada momento. La transmisión de nuestras raíces culturales no debe estar sujeta a la oportunidad política, a los cambios de gobierno ni a la apropiación de estos o aquellos intelectuales y/o artistas, según quién esté en el poder.

La voz de la sociedad, precisamente, debería ser -por responsabilidad- la de un ateneo. En consecuencia, deberíamos tener el papel que a mi juicio merecemos, no es el de instituciones decadentes ni somos, como a veces se nos compara, casinos a palo seco. Eso son otros temas. Nosotros no somos portavoces, conductores ni administradores, pero sí somos un poco de todo, es decir, podemos y debemos ser en esa voz de la sociedad, poder civil, serio y responsable.

Desde que se constituyen como tales, los ateneos siempre han tenido una misión de vanguardia cultural, como mantienen hoy igual que ayer su compromiso con el arte. Hemos  abanderado una etapa cultural dentro del mundo de la música, la pintura y cualquier manifestación que haya tenido que ver con la espontaneidad del quehacer literario con nuestras bibliotecas por las que han pasado todo tipo de próceres, genios, intelectuales de todo tipo que han marcado la historia de nuestro país y podemos abanderar una etapa cultural  tan intensa como la de épocas pasadas, ­pero aprovechando las ventajas del siglo XXI, y estrechar los lazos que nos unen mas allá de la península y del Atlántico. Los Ateneos son modernos. Basta hacer un breve recorrido, a veces olvidada, por la historia de la cultura.

La historia de los ateneos es tan rica e independiente que caben en ella todo tipo de formulaciones: mercantiles y marxistas, extremistas y moderadas. Y para que vean que no rehuyo el debate, hablaré de la escuela marxista de Sebreli, quien considera que la cultura popular se ha conformado de arriba abajo, fabricada por los mismos señores que en el medievo contrataban a trovadores. Para Sebreli y los críticos del relativismo cultural. Por tanto, mas que hablar de cultura popular, habría que hacerlo de cultura popularizada, aunque yo no lo creo así, creo en una cultura viva y cambiante.

En los ateneos hay un mestizaje cultural y social como no lo hay en ninguna otra asociación o foro. Hay socios jóvenes, mayores, ricos, pobres, cultos y legos. Y si es cierto que la sociedad de masas ha derribado las fronteras culturales y nos ha inundado con una determinada forma de ver el mundo, es tiempo de responder a través de los mecanismos que la sociedad tiene a su alcance. No me refiero al mecanismos electoral, cada cuatro años, sino al día a día. Y en ese punto los ateneos cobran y deben cobrar protagonismo. Y por eso los ateneos son modernos. Y por eso, con la ayuda de nuestra masa social, con la reconducción de nuestros objetivos, nos adaptaremos al milenio y llegaremos tan lejos como quieran nuestros socios y muy a pesar de los agoreros que nos quieren enterrar. Estamos muy, pero que muy vivos.

Muchas gracias.

n2 Los Ateneos en el Siglo XXI